jueves, 3 de diciembre de 2009

TOALLAS

Quedo con Y en ir al cine, no escogemos una película especifica, preferimos que al azar nos lleve a una buena. Llego cerca de las siete de la noche a su casa, toco el timbre y no tarda mucho en abrir, pero no está cambiada aún, apenas trae encima una bata. No hace falta que le diga nada para que adivine mi desconcierto. Sonríe y me pide algo:

-Hazme un favor.
-¿Qué se le antoja a la reina hoy? ¿Quiere que le traiga el carruaje real para llevarla al cine?
-Si, pero antes deseo que me compres algo.
-¿Qué vendes?
-No vendo nada idiota, necesito que vayas a la farmacia por algo
-¿Estás enferma?
-Algo así.
-¿Entonces ya no vamos al cine?
-Si, pero necesito que me compres algo para poder ir.
-¿Un cerebro?
-No, necesito toallas higiénicas.
-No jodas, no voy a comprar eso.
-¿Por qué no?
-Porque es hacer el ridículo, no sé que diablos pedir, me van a mirar raro.
-Siempre te miran raro, ya deberías estar acostumbrado.
-No voy a ir.
-¿Vas o te pego?
-Ves que hablando se entiende la gente.

Me da el dinero y me voy, escucho lejanamente que me dice algo pero no la entiendo, qué más da, sólo quiero comprarlas e ir al cine. Por suerte la farmacia queda apenas a una calle, y por mala suerte está llena de gente, así que mientras espero que se vayan finjo mirar algunas cosas en los mostradores pero al parecer todos están esperando que se vayan los demás. La hora del cine me apura y decido comprarlas pase lo que pase. Observo a las vendedoras en busca de una que inspire confianza pero ninguna lo hace, es más, todas parecen estar en la plenitud de la menopausia y a punto de colgar para siempre las toallas higiénicas. No me queda otra, enfrento a una que luego de escucharme me lanza un montón de confusas alternativas:

-¿Cómo las desea, acolchadas?
-Como si estuviera comprando una almohada o un cojín.
-¿Con alas, sin alas o flexialas?
-¿Acaso he venido a comprar un pajarraco o unas toallas higiénicas?
-¿De día, de noche?
-¿Existen "de tarde"?
-Con gel, con malla seca
-¿Estoy comprando una malla para jugar tenis acaso?
-¿Con cubierta suave?
-¿Existen con cubierta dura?
-¿Para flujo leve, moderado, abundante?
-Tengo bastante confianza con mi amiga pero tampoco es como para andar midiendo cómo es que va el dique.
-¿Con esencias naturales, normales?
-¿Existen las "anormales"?
-¿Invisibles?
-¿Las que usa la mujer invisible para no delatar su presencia?

Nada de lo que respondo le causa media sonrisa. Le pido cualquiera y regreso. Se las entrego y me mira como quien mira a alguien que has mandado a traer caramelos y en lugar de eso trajo clavos. La interrogo con la mirada.

-Éstas no son.
-¿Por qué?
-Éstas son de noche.
-¿Y no estamos de noche acaso?
-Pedazo de animal, son "de noche" porque sirven para dormir, no ves que son grandazas porque las vas usar más tiempo.
-Póntela nomás y vamos.
-Que se la ponga tu vieja, yo no voy a salir con ese bulto puesto, voy a parecer un travesti super dotado con esa cosa puesta en la vagina.
-Exagerada.
-No me des la contra, ve por otras.


Salgo de la casa y voy directo a decirle a la vendedora que la mujer invisible está con la regla, que necesito las toallas especiales para ella.

jueves, 26 de noviembre de 2009

CULEBRITICA

Estoy caminando por el colorido Parque Universitario, en el camino me cruzo con pirañas, putas, vagos, policías y todo tipo de menesterosos. Un grupo de gente está arremolinada ante algo que no sé qué es, me dejo llevar por mi curiosidad y me acerco -siempre con las manos en los bolsillos, no es que haga frío, es que hay demasiado delincuente rondado a la espera de una distracción para arrancharte lo primero que puedan- y me encuentro ante un charlatán que tiene enrollado en su cuerpo una enorme culebra y nos explica las bondades curativas de ciertos menjunjes preparadas en base a ellas.

Nada de esto parece entusiasmar al público, entonces decide dar un giro de rubro y de vender pomadas en base a culebras, le ofrece ahora al respetable tomarse fotografías con el animalejo que parece estar siempre dormido. Una chica le dice a quien parece ser su novio que se tome una foto, éste en un acto de lucidez le dice que no, que es peligroso, ella le hace una mueca caprichosa y le susurra algo al oído, a él le brillan los ojos (y todos intuimos lo que le ha prometido a cambio) y de un paso adelante, le pone un par de monedas al charlatán en la mano y éste le empieza a enrrollar el bicho en el cuerpo, luego se aleja y se dispone a tomar la foto con una antiquísima cámara que nadie sabe cómo diablos apareció ahí.

Cuando va por la segunda foto, la culebra parece notar que es victima de una explotación laboral y a manera de protesta decide ajustar el nudo sobre el cuello del arriesgado novio y lo empieza asfixiar ante el terror de todos los presentes que no atinamos a hacer nada (salvo la novia que empieza a gritar y tomarse el pescuezo como si la culebra la ahorcara a ella), el improvisado fotógrafo deja la cámara y guerrea con el animal para tratar de desatarlo de la cada vez más desfalleciente victima que empieza a tomar un color violáceo muy cercano a la muerte. El animal no parece ceder a pesar que el charlatán lo golpea con la funda de la cámara, y justo cuando el noviecillo valiente va exhalar su último hálito de vida, la culebra se desenreda y trepa mansamente sobre las rejas del Parque. Desde allí parece observar nuestras tontas y confundidas caras. Algunos distraídos que recién se han acercado aplauden pensando que acaban de llegar al final de un arriesgado acto en que una vez más el hombre sale triunfante ante el salvaje animal. El dueño de la culebra ve en esto una oportunidad única y empieza a pedir dinero y anunciar la repetición acto, los recién llegados le echan unas monedas y luego él trata de convencer al resucitado novio para repetir la maniobra. Decido irme de ahí mientras deseo que a la próxima el animal haga justicia y ahorque al charlatán.

jueves, 19 de noviembre de 2009

LOS MARCIANOS LLEGARON YA

Sólo algunas cosas las tengo claras y son las que pasaré a contar sobre aquel extraño encuentro cercano del tercer tipo en una oscura calle barrioltina.

Era miércoles o jueves o viernes (no lo recuerdo ahora y tampoco lo sabía en ese momento), tampoco recordaba (ni recuerdo) cuántos días llenos de drogas y alcohol llevábamos ya.

Nos juntamos nuevamente cerca de las doce de la noche, cuando en la calle sólo quedaban los pastrulos y los perros callejeros. Estábamos bien abastecidos de coca y trago, pero algo malograba nuestros planes: el nuevo alumbrado público que se estrenaba esa noche. Unos relucientes postes con sus respectivos focos lucían flamantes y erguidos iluminando cada rincón de la cuadra.

Nosotros, que éramos unos vampiros que odiábamos la luz, decidimos parapetarnos en la puerta de la vieja farmacia. Sentados en la grada principal nos llenábamos de trago y droga el cerebro. Era tanta la droga que en un momento no podíamos hablar, simplemente nos mirábamos y comunicábamos con unas indescriptibles muecas.

De pronto una potente luz anaranjada nos iluminó con violencia, casi podíamos sentir el calor que emanaba. Dejamos de lado todo lo que teníamos en la mano y miramos entre embelesados y desconcertados ese haz de luz que cada vez estaba más cerca. Uno de nosotros dio un grito terrible ¡Son los marcianos que nos han venido a llevar! Y a ninguno le quedó duda que efectivamente eso sucedía. La luz estaba cada vez más cerca y quemaba más, como la droga nos había entumecido hasta el último músculo, no podíamos ponernos de pie y sólo atinamos a agarrarnos de las manos y rezar a Dios para que nos salve de aquellos malignos seres extraterrestres que venían directo a abducirnos para someternos a sus más bajos experimentos científicos. No queríamos ser unos conejillos de indias interplanetarios. En el momento más profundo de la oración, una violenta explosión llenó de luz todo alrededor y nos encegueció por unos instantes, ni bien recuperamos la visión recuperamos también las fuerzas y salimos corriendo cada cual para su lado.

Llegué a mi casa y me escondí bajo las sábanas. No sé si fue el susto o el exceso de drogas lo que me llevó a sumergirme en un profundo sueño. Cuando desperté luego de unas horas, decidí salir a investigar si los marcianos seguían ahí afuera esperándome. Cuando gané la calle vi más luces en el lugar donde habíamos estado, eran policías que hablaban por radio y daban gritos alarmados, incluso había llegado la prensa. Envalentonado por esas presencias, me acerqué más y lo que encontré fue terrible: justo delante del lugar nuestra frustada abdución había caído –y explotado- no una temible nave espacial o siquiera un misérrimo y vulgar meteorito, nada que ver, lo que cayó frente a nosotros fue uno de los relucientes y erectos postes de luz que acababan de inaugurar esa noche, aquella noche que creímos que los marcianos habían -por fin- llegado ya.

jueves, 12 de noviembre de 2009

EL QUE CIERRA PRIMERO CIERRA MEJOR

Subo al micro y aunque milagrosamente no está empachado de gente, tampoco hay mucho espacio libre, espacio libre que si hay en la pista ya que al ser sábado en la mañana no hay muchos autos, lo que aprovecha el sicótico chofer para correr a toda caña. Como estoy de pie, tengo que sujetarme del pasamanos para no caer ante el zamaqueo de cada maroma pistera que hace el conductor. La mochila que llevo a la espalda se bambolea de un lado a otro hasta que una guapa chica que está sentada delante de mí me avisa que el cierre de uno de los bolsillos de la mochila está abierto, con una mano trato de cerrarlo pero no logro hacerlo (la otra mano la tengo aferrada al pasamanos que hasta ahora me salva de caer y hacer el ridículo) La chica, al ver mi impedimento, estira sus bellas manos y corre el cierre "yo te puedo ayudar, para eso tengo manos, déjame hacerlo" incluso me ofrece cargar mi mochila sobre sus piernas. Le digo que no se preocupe, muchas gracias.

Un par de calles más allá sube una anciana y todos fingen dormir para no cederle el asiento, todos menos la belleza que me ayudó. Se pone de pie y le ofrece el asiento a la anciana que ni tonta lo acepta gustosa. Luego de diez minutos la anciana baja del micro y deja el asiento libre, le digo a la belleza que se siente pero ella me dice que ya va bajar, que me siente yo nomás. Lo hago y lo que veo concentra todos mis sentidos: tiene el cierre del pantalón abajo. Le aviso y ella agacha la mirada para certificar mis palabras, luego trata de subirse el cierre con una sola mano pero es imposible (tiene la otra mano sujeta del pasamanos que la salva de caer y hacer el ridículo), entonces yo –que soy un caballero- le ofrezco mis manos en son de ayuda "yo te puedo ayudar para eso tengo manos, déjame hacerlo", me mira y sonríe, yo insisto y ella insiste con su ambigua sonrisa. El maldito chofer se detiene en una luz verde lo que le da ventaja a la belleza de subirse sola el cierre. La chica me vuelve a mirar –esta vez muy burlona- y me dice que gracias, que justo cuando me iba decir que sí, el chofer frenó, pero que para la próxima "de todas maneras". Es su paradero, se baja y veo con pena como se aleja esa belleza y su cierre que ahora ya no quiero subir, ahora quiero bajar.

viernes, 6 de noviembre de 2009

A PEDIR SU MANO VIENE

Hoy es al fin el día de pedir la mano de mi novia. Dos años de enamorados es suficiente argumento para dar el trascendental paso. He alquilado un traje y comprado un ramo de flores y los he cuidado toda la noche como un guerrero que vela sus armas en la víspera de la batalla.

Faltan unas cuantas horas para ir a su casa y enfrentar a sus padres. Siento que las fuerzas y el valor me abandonan, me traicionan, me dejan de lado. De los nervios se me afloja el estómago y hago varias visitas al baño. La ansiedad se ha apoderado de mí y sólo la puedo disimular al fumar y fumar. Pero esto ya no es suficiente, necesito algo más. Buscaré al David, él siempre tiene la solución en estos casos.

Su casa queda en el punto medio exacto entre la de mi novia y la mía. Cuando llego, me recibe con su eterna sonrisa que deja ver sus dientes amarillos de tanta marihuana fumada en la vida. Le explico lo que me sucede y sin decirme nada me invita un porrito. Ahora las cosas se ven mejor, mis futuros suegros no parecen tan malos y el valor parece retornar a mí. Me ofrece un trago para complementar la felicidad, dudo un poco pero hago lo más razonable: acepto y me tomo un trago directamente de la botella. El alcohol parecer horadar mi entrañas. ¡Como quema esta mierda!

Al rato ni el porrito ni el alcohol son suficientes. El David siempre tiene una solución para todo. Saca un poco de coca y nos metemos varios tiros. La coca subiendo por mi cerebro es una sensación de puta madre. Ahora no puedo ni hablar y pienso en cómo mierda hablaré con mis suegros. Me pongo noico y necesito más coca, pero cuanto más me meto, más ansioso me pongo. El David está tan duro como yo y me dice que el matrimonio es una mierda, que las pedidas de mano son ridiculez burguesa y que el precio de la carne se ha disparado. Está de lo más loco.

Ahora me siento como siempre que me meto tanta coca. Quiero pelear con alguien, romper algo, joder, destruir ¡que viva la coca y la reputamadre que la reparió! Le digo al David que tiene razón, que pedir la mano es una huevada, una paja, que me acompañe a casa de mi novia, me la voy a robar y a mis suegros me los paso por las bolas. Él celebra mi decisión y a manera de felicitación me invita más coca. La camaradería y el vicio me impiden negarme. Me meto más coca y me siento más hijo de puta. Le digo que con estas fachas no puedo ir a casa de mi novia. Vamos a mi casa a ponerme el traje. David lleva la botella en la mano y la coca en el bolsillo (y en el cerebro)

Entro a mi casa y mi hermanita se asusta al verme todo thriller y se refugia en brazos de mi madre. Quiero decirle que no tema, que la adoro y jamás la dañaría pero estoy tan duro que no puedo hablar. La miro y trato de trasmitirle el mensaje telepáticamente, ella no lo capta y me mira con más miedo. Me pongo mi traje con ayuda del David que me asesora en la imagen y las palabras (gritos) que debo decir (dar). Antes de salir nos metemos más trago y más coca, nos revisamos la cara en el espejo y despejamos cualquier saldo de droga.

Vamos por la calle dando un espectáculo: el David en sandalias, short, sin polo y un tragazo en la mano (y un falsazo en el bolsillo). Yo en traje y un ramo de rosas en la mano. Llegamos a casa de mi novia y no toco la puerta, la agarro a patadas. Me abre ella que con el susto de los golpes ha salido con su vestido (de estreno) mal puesto. Me mira y no puede evitar una mueca de horror al verme en ese estado (y con esa compañía). Trata de gritarme pero a la vez no quiere que sus padres la escuchen, pero es tarde, el viejo de mierda de su padre tiene oído de tísico y ha escuchado todo, sale detrás de ella y me mira primero con sorpresa y luego con odio. Me empieza gritar, que qué me he creído para ir así a su casa, que soy un coquero hijo de puta. Le pido que se calme, que no grite porque tiene un aliento a caca y él se enfurece más. Ahora aparece la bruja de su madre (que ha ido a la peluquería donde se ha hecho un peinado que la hace ver mil veces más fea de lo que es) y también me embiste con sus gritos. Detrás de mí el David me da valor (e intenta darme más coca) y me dice que no desmaye. Yo vuelvo a la carga y les digo que he venido por mi novia, que me pertenece y me la voy a llevar. El viejo busca algo con que pegarme (el muy cobarde sabe que mano a mano le arrancaría la cabeza) y la vieja grita a su hija diciéndole que ella la había advertido acerca de tipos "como yo". Ahora aparece en escena Flavia, su hermanita de quince años y eventual amante mía. Ella me mira divertida y me hace un guiño. Está disfrutando de esa escena (luego del sexo siempre me cuenta lo mismo: que sus padres le llegan altamente al pincho) y yo, como todo un caballero, no puedo defraudar a la dama y me pongo peor, la escena ahora es más dark. El viejo trata de golpearme con una escoba y yo le tiro las flores por la cabeza y le empotro mi pie derecho en su fofa panza. Mi (ex) novia trata de contener a su madre y ahora espero una distracción y a ver si mejor me robo a Flavia que está más rica y más tierna. De pronto la puerta se cierra con tanta fuerza que hace que se descascare la pared. Miro a David y nos encogemos de hombros y volvemos a su casa. Al final la vida con trago y coca y es más divertida.

Al rato la diversión se termina. Necesitamos comprar más pero no tenemos dinero. Hacemos lo más inteligente: empeñamos mi traje alquilado a cambio de una botella de trago y diez soles de coca. Con eso es suficiente para terminar de destruirnos.

P.D: Esta historia me la contó hace unos cuatro años un amigo que trabajaba conmigo. Lo vi hace unos días y me alegré de verlo casado y con una bonita hija. Claro, está casado con la chica de la historia (y me dijo que eventualmente aún se acuesta con su cuñada)

jueves, 29 de octubre de 2009

LO MAS TRISTE DEL MUNDO

Mi amigo José ha venido hecho un océano de lágrimas a mi casa, me cuenta que ayer ha muerto un primo suyo, que lo quería mucho y es una pérdida irreparable. Yo en verdad nunca supe de la existencia del primo, mejor dicho nunca supe que estaba vivo hasta el día que murió. Luego de suplicarme por casi una hora que lo acompañe al velorio, me termina convenciendo, no por solidaridad, si no porque ya me parece insoportable su llanto y quiero matar todo ese asunto de la muerte de una vez.

Salimos y tomamos un taxi que nos lleva directo al velatorio. Cuando llego y veo la decoración, lo primero que pienso es que mi amigo se ha vuelto loco o el taxista se ha equivocado descabelladamente. El lugar parece todo menos un velatorio. Muy por el contrario, está lleno de globos y cintas de colores, parece una fiesta infantil. Volteo y con la mirada le pregunto qué sucede, dónde estamos, él me sujeta por el brazo y me hace ingresar, una vez dentro me dice que su primo era ....¡Payaso! y que era así como quería ser velado. Yo maldigo mi suerte y su muerte, si ya los payasos vivos me aterran, los muertos me asustan el triple.

Me paro en un rincón y observo como toda la situación se va poniendo en verdad terrorífica: al velorio a asistido todo el gremio de payasos de la ciudad y a manera de homenaje cada uno hace su rutina delante del féretro, mientras los familiares y amigos se ven envueltos en una rara mezcla de llanto con sonrisas. Una vez terminado todo eso, cada uno de los asistentes se acerca al féretro a "despedirse" del muerto. Cuando es el turno de mi amigo, se acerca y murmura algo, luego entra en una incontrolable crisis nerviosa, se aferra al cajón y da unos alaridos terribles. Todos lo miran a él y todos me miran a mí a la vez, todos esperan que yo, que llegué con él, sea la persona que lo retire de ahí. Yo miro el techo y finjo no darme por aludido, hasta que llega su hermana y me pide que por favor vaya por él. Sin más opciones, me resigno y me acerco. Lo tomo por el brazo y le digo que se calme, que va poner más nerviosa a la familia.

Aunque trato de no mirar dentro, no puedo evitarlo y lo que observo me termina de joder la vida: al primo lo han enterrado.... disfrazado de payaso. En mi vida he visto cosa más triste. No hay nada más triste que un payaso muerto dentro de un féretro, es lo más infinitamente triste que existe en el universo entero. Ahora soy yo el que no puede evitar derramar unas lágrimas y es la hermana quien tiene que venir y retirarnos a los dos. Una vez que esa patética imagen desaparece de mi rostro, recobro la compostura y hago una retirada digna de un mejor velorio.

viernes, 23 de octubre de 2009

EL GALLO SUBE

Llego a casa luego del colegio y mi tío me dice que tenga cuidado al entrar a la cocina, le han encargado un gallo de pelea que es muy caro y lo ha encerrado en un espacio que queda libre ahí. Yo le digo que no se preocupe. Claro que lo primero que hago es ir corriendo a la cocina y buscar al animal. No me tardo mucho en encontrarlo, está debajo del lavadero y para que se no escape le han puesto una madera grande que siempre estuvo en un rincón y ahora luego de tantos años parece encontró una función (en verdad la madera encaja exacta y yo pienso que fue diseñada especialmente para no dejar escapar a gallos de pelea que le encargan a las personas).

Primero trato de entreverlo por encima de la madera pero el espacio es muy angosto, luego decido jalar un poco la madera pero nada, allá dentro todo sigue muy oscuro. Entonces decido abrir un poco más la madera pero calculo mal y el gallo termina escapándose, cuando (al fin) lo veo bien, noto que es un gallo negro, enorme y muy avezado que despliega sus enormes alas y da saltos amenazantes frente a mí. Luego parece percibir el terror que me invade, entonces se envalentona más y se decide a atacarme con todo, dando enormes saltos logra rozar mi cara con su espuela, de pronto me arrincona y yo siento que voy a morir bajo las alas de aquel horrible animal. En ese momento mis ojos distinguen una escoba y estirando mi brazo la llego a tomar y justo cuando el bronco animalejo me va dar el espuelazo mortal yo soy más rápido y le doy el escobazo mortal en la cresta y el gallo cae muerto al piso.

Asustado (ya no porque me vaya a matar el gallo si no porque ahora me va matar mi tío) trato de resucitar al animal pero todos mis intentos son en vano. Cuando lo reviso veo que no tiene ninguna herida, no hay rastros de sangre así que una rápida autopsia mental determina que el gallo ha muerto de una conmoción cerebral originada por un elemento contundente (o sea un vulgar escobazo). Lo cargo (y pienso que un gallo muerto pesa mucho), lo meto al lugar de donde nunca debió salir y me voy a mi cuarto. Al rato escucho como es que mi tío le cuenta a mi madre que el gallo apareció inexplicablemente muerto. Luego se resignan a su muerte y yo me siento más vivo que nunca, al final me he librado de la muerte.

jueves, 15 de octubre de 2009

QUE ES PEOR

Qué es peor que un policía, otro policía. Qué es peor que Fujimori: Un fujimorista y qué es peor que un fujimorista: Un aprista y qué es peor que estos dos: Un Fujiaprista. Qué es peor que un chofer de micro: Un chofer de combi y peor que un chofer de combi: Un cobrador de combi. Qué es peor que enamorarse: Enchucharse. Qué es peor que no tener trabajo: Tener uno y que te exploten. Qué es peor que el fútbol: Un crítico de fútbol. Qué es peor que una procesión: Las beatas y borrachines que la acompañan. Qué es peor que un gol fallado: Un autogol. Qué es peor que un ladrón de bancos: El dueño del banco. Qué es peor que ser asaltado por un ladrón; Ser detenido por un policía. Qué es peor que tu enamorada te engañe con otro: Que te engañe con OTROS. Qué es peor que esa gente que llama a la radio a contar sus problemas: Los imbéciles que llaman para dar consejos sobre esos problemas y qué es peor que ellos: Los idiotas que escuchan esos programas, y qué es peor aun que todo eso junto: El supernabo que conduce el programa. Qué es peor que te planten: No tener si quiera alguien que lo haga. Qué es peor que no tener un día feriado: Tener un día feriado pero que igual te obliguen a trabajar. Qué es peor que un colegio del estado: Un colegio de policías y qué es peor que un colegio de policías: Un colegio religioso. Qué es peor que un católico: Un evangélico y qué es peor que un evangélico: No, ya no hay nada peor que eso. Qué es peor que no tener planes un sábado por la noche: Tener planes pero no tener dinero ni amigos para llevarlos a cabo. Qué es peor que el insomnio: Tener sueño y no poder dormir. Qué es lo peor de pelear con tu enamorada: Que en lugar de pelear te diga "no me sucede nada". Qué es peor que un insulto: La indiferencia. Qué es peor que un blogger: Los que se creen blogger, como yo por ejemplo.

jueves, 8 de octubre de 2009

SANTA ACTUACION

Ha subido al semi vacío bus un vendedor de Santa Natura, no empieza a explicar las bondades de la granola para bajar de peso o de los pepinillos para las manos, pero al ver la escasa atención de su escaso público, decide apalear a otra técnica de ventas seguramente aprendida en un improvisado curso: mientras nos habla de un posible mal del estómago, se toma la panza y finge un repentino dolor, si nos habla de algún mal cardiaco, se toma el pecho y finge un posible infarto, si nos habla de algún problema con la vista, finge una ceguera que lo lleva incluso a tropezarse con los asientos del carro, en otro momento se empieza a rascar compulsivamente el brazo (aunque eso en verdad más parecía un problema de pulgas, pero nadie quería interrumpirlo) y así, poco a poco y en base a una buena actuación, empieza a llamar la atención de todos, incluso la mía, tan reacio a esos charlatanes que invaden el transporte público. Cuando nos habla del sobrepeso y sus complicaciones con el corazón, es que nos logra cautivar: de pronto finge (nuevamente) un violento ataque al corazón, se toma el pecho, su rostro de constriñe de desesperación y dolor, se toma de un asiento para no caer pero la muerte es inevitable y termina por dar contra el piso y luego de un par de convulsiones finalmente "muere" y se queda ahí por más un minuto (lo que en el fondo –aunque no lo admitamos- nos asusta a todos, creyendo que en verdad ha muerto), entonces se levanta poco a poco (como resucitando) se vuelva tomar el corazón, se pone de pie y todos lo aplaudimos y le damos dinero, nadie le compra sus productos naturistas, eso no nos importa, le damos el dinero a cambio de su soberbia actuación. Se baja y me quedo pensando que la actuación peruana ha perdido -sin saberlo-a un gran valor.

jueves, 1 de octubre de 2009

ATORO

Tengo un hambre mortal, son casi las doce de la noche y no he comido nada en el día y ya mis tripas se quieren comer entre ellas. Al fin consigo dinero y voy por comida. Decido ir a un chifa que está a la vuelta (no porque sea el mejor, si no por la simple razón que es el único local abierto a esa hora) cuando llego veo que está lleno pero igual decido hacer mi pedido y esperar. Y es justo eso lo que me toca hacer: esperar y esperar. Delante de mí van pasando todo tipo de platos, desde una humeante Sopa Wantán, pasando por un célebre "Combinado" hasta llegar al deseado "Taipá especial", pero ninguno es mío, todos tienen estómago fijo.

Ha pasado casi una hora de espera hasta que sale el ayudante del cocinero y haciéndome un guiño me avisa que el próximo plato es mío, mis tripas hacen una tregua y yo cierro los ojos mientras alucino ese pollo chijaukay que me voy a tragar apenas regrese. Pero unos gritos me sacan de ese estado de ensoñación: un comensal, al parecer tan desesperado y hambriento como yo, en su apuro por saciar su hambre se ha atorado y ahora está sobre el piso, tomándose la garganta mientras sus acompañantes no saben qué hacer, algunos lloran, otros lo desatan el nudo de la corbata y algún despistado intenta darle masajes en el pecho. Todo el personal del chifa sale a tratar de atender al futuro muerto que a cada segundo se va poniendo más azul. Para suerte de la victima, en ese momento pasa una ambulancia de los bomberos que es detenida por los gritos de algunas personas. Con una rápida técnica, el paramédico ha logrado desatorar al tragaldabas y todo parece volver a la normalidad hasta que el dueño se da cuenta que todos los demás clientes (aprovechando el pánico y confusión) se han ido sin pagar la cuenta (incluso uno se llevo uno de esos gatitos rojos y dorados con una mano alzada que a manera de amuletos para la buena suerte usan los chinos), esto despierta la milenaria ira del chino que lanzando gritos en su idioma, decide cerrar el local, expulsándonos a todos sin importarle hayamos pagado, consumido o no. Incluso el tipo que recién se recupera de su asfixia es sacado a empujones.

Una vez fuera todos, el chino baja la puerta enrollable y tranca por dentro su local. Yo miro con odio al tipo que se atoró, el se siente avergonzado y trata de esgrimir alguna explicación. No le digo nada, saco un cigarro, lo pongo en mi boca y me voy maldiciendo el momento en que se le ocurrió atorarse (y maldigo más el momento en que pasó la ambulancia).

miércoles, 23 de septiembre de 2009

LA BODA DE ELLA

El viernes por la tarde revisé el buzón y entre la correspondencia hubo un sobre que llamó instantáneamente mi atención. Era un sobre plateado, muy pulcro. Entré presuroso a mi casa y lo rasgué con menos consideración de la que debía. Lo que encontré dentro me pasmó. Era una invitación al matrimonio de……mi ex. En el instante mismo deseché la idea pero no el sobre, al cual dejé sobre la mesa por si reconsideraba la decisión.

Traté de hacer la siesta pero no pude, las imágenes de mi ex se me venían a la cabeza de manera angustiante, sentía que era un capítulo que debía cerrar. Decidí asistir, pero no a la iglesia, sólo a la recepción que se realizaría en un lujoso hotel. Desempolvé un viejo traje, lo planché y tuve que tomar una pastilla para poder conciliar el sueño de la espera.

Al día siguiente llegué a la recepción cuando ésta ya estaba avanzada. Sin saludar a nadie (nadie me conocía en verdad) me dirigí de frente a la barra y pedí un whisky que acompañe mis ánimos. Mientras bebía, observaba a la gente divertirse de manera tan idiota que hasta vergüenza ajena daba. Bailaban tratando de imitar coreografías y hasta hacían un "trencito" que provocaba verlos descarrilarse en algún profundo abismo.

De pronto mi mirada pasó del odio profundo a la angustia total. Había hecho contacto visual con mi ex, que ahora se acercaba sonriente a mí y a cada paso confirmaba lo hermosa que se había tornado con el tiempo y yo me llenaba de envidia de no poder disfrutarla ahora.

-Hola Joaquín
-Hola, felicidades, aunque no sé si dártelas, pero tenlas presentes, en todo caso si te lo pido me las devuelves.
-Cualquiera da un regalo en todo caso.
-Yo no soy cualquiera.
-Por eso mismo te dejé.
-¿Bailamos o seguimos con el intercambio de puñales?
-Bailemos.


Sin saber cómo, llegué hasta la pista de baile, la cogí por los brazos y la cintura y bailamos una canción que no recuerdo. Lo que si recuerdo es lo que sucedió después: sin pensarlo, la estaba besando, sólo podía sentir su fresco aliento y los gritos ahogados de estupor según iban descubriendo lo que estaba pasando. Al instante abrí un ojo (sólo uno, el otro lo mantuve cerrado para que pueda seguir soñando y vi que el recién estrenado marido (y más reciente cornudo) venía directo a mí. Debió ser que sólo usé un ojo para avizorar el peligro que no pude medir bien las distancias y lo siguiente que sentí fue un puñete que me tumbó al piso, luego sentí más golpes e insultos. Luego estaba en la sala de emergencias de una clínica. Nunca más volví a ver mi ex. Al fin cerré ese capítulo de mi vida.

jueves, 17 de septiembre de 2009

A SOL LA BARRA

Luego de varias noches de postergar nuestra incursión a los antros del Centro de Lima, hoy nos decidimos a hacerlo. Yo ya había ido alguna vez junto a mis amigos a ver ese grotesco espectáculo pero ella, como era de esperarse, no lo había hecho jamás.

Tomamos un taxi que nos deja en un estratégico lugar que nos permite observar y elegir a cuál ingresar, el grito de los jaladores es el mismo en todos los locales: "A sol la barra, a sol la barra, media hora de chicas lindas".

-Vamos a cualquiera de una vez que me estoy poniendo nerviosa.
-Elige tú.
-Te dije que cualquiera.
-Ok.


Ingresamos al que nos queda más cerca, pagamos dos soles por cada uno ("a sol" es sólo una estrategia de márquetin, una manera de jalar gente porque el verdadero precio es de dos soles). Ni bien ponemos un pie dentro nos recibe un golpe de calor acompañado de un olor pesado, nauseabundo.

-Carajo, ¿no dices que conocías? de todos los locales me vienes a meter a este que huele a mierda.
-Que feo huele, parece que se hubiera muerto un burro.
-Y que los demás burros del mundo han venido a su velorio.


De pronto las luces se encienden y podemos ver los rostros de varios de los asistentes: son caras sudorosas, excitadas, hambrientas. Están sentados alrededor de la barra que tiene forma de U. Se excitan más al darse cuenta de mi compañía -una guapa chica que contrasta su belleza con aquellos personajes grises, cetrinos, perdedores- de pronto sus miradas nos caen encima como flechas. Ella parece sentir el impacto de esos morbosos ojos, se coloca delante de mí y me pide que la cuide.

-Pero no me puntees nomás.
-¿Total? esos son los riesgos de cuidarte pues, además es mejor punteador conocido que desconocido.


Me da un codazo y me deja sin aire. Las luces se apagan, una voz que no sabemos de dónde viene (yo juro que viene del más allá y ella jura que viene del baño), anuncia el comienzo del "show", dice que la primera en aparecer es "Rihanna". Empieza a sonar una canción del viejo Joe Cocker, un haz de luz ilumina el centro de la barra y aparece una chica de mal aspecto, llena de tatuajes y cada vez que la luz le da de lleno, deja ver sus interminables estrías y sus carnes fofas colgándole por todos lados, a pesar de todo eso los parroquianos no dudan en tocar a la chica apenas se les acerca, incluso más de un avezado alcanza a darle un beso donde le caiga. El espectáculo es en verdad repelente, asqueroso, desalentador. Luego le siguen dos chicas cada cual peor que la anterior.

La voz invisible incita al público a consumir cerveza y luego anuncia el espectáculo principal de la noche: "El gran David". En ese instante hace su aparición sobre la tarima David, que es un enano (algo más de un metro aproximadamente). Sólo trae una pequeña tanga apenas visible en la media oscuridad, detrás suyo aparece otra chica que parece clonada de las demás: ausente, fofa, celulítica, sin gracia. La música suena y David se desprende de la tanga y deja expuesto su sexo enorme, brutal. Un grito de sorpresa estremece el local, luego le siguen unas risitas cómplices y al rato todo tipo de bromas ("guarda que esa cosa pica a alguien", "éste se la sacude con los pies", "ponle bozal a tu serpiente", "cuidado que te muerde la oreja")

-Mierda Jimmy, ¿será de verdad?
-Agárralo para que certifiques.
-Agárralo tú.
-Yo no soy el de la duda.
-Pero mira, ¿será de carne y hueso?
-De hueso lo dudo mucho, de carne pues seguro que si.


Vuelvo mis ojos a la tarima, de pronto David, haciendo unos movimientos felinos, ha doblado y sometido a la chica y la penetra una, dos, tres veces, para el delirio del público que le da ánimos y se muestra jubiloso. La música acaba y el show también. David y su acompañante se detienen de golpe, como si los desconectaran. Ambos recogen sus trapos y se van de lo más normal, sin hacerle caso a las bromas ni manos que los tocan por todos lados. El locutor nos dice que el show ha terminado y que sólo pueden permanecer dentro los que compraron cerveza. Nos miramos y decidimos irnos.

-Pensé que sería más divertido, ¿qué tiene los hombres en la cabeza?, ¿qué le ven de bueno a una tipa mofletuda y con más estrías que la panza de una madre de mil hijos?
-Ni idea, cada quien con su gusto, cada loco con su tema o cada tema con su loco, allá ellos.

La abrazo, ella mete su mano en mi bolsillo trasero. Nos vamos caminando y siento su mirada traviesa.

viernes, 11 de septiembre de 2009

AMOR CRISTIANO

A Mary la conozco hace unos meses, comentaba mi blog y yo comentaba el suyo. Un día me atreví a pedirle su msn y ella se atrevió a dármelo. Empezamos a chatear y me enteré que vivía en Canadá, que pertenecía a una Iglesia Cristiana. Cuando me dijo eso, empecé a dudar mucho de su amistad, siempre he considerado que las chicas cristianas son unas tontas del culo, pero ella rompió ese esquema, se mostró como una chica alegre, espabilada y coqueta.

En el chat nos pasamos buen tiempo, un día me dijo que iba regresar al Perú a visitar a su familia, me propuso encontrarnos y conocernos, acepté y me dediqué a vivir descontando los días que faltaban para su llegada. Cuando por fin llegó y nos pudimos ver, me pareció más guapa que en sus fotos (fotos que yo había visto a través de un amigo en común, ya que ella nunca quiso enseñarme alguna) y creo que yo la decepcioné un poco o, como dicen ahora, un poco bastante, ya que ella esperaba un chico guapo y me encontró a mí (que equivale a soñar con un Ferrari y encontrarse con un destartalado y famélico Tico)

Debido a mi caótica situación económica, decidí invitarla a un concierto punk que organizaba un amigo (y que en un gesto de solidaridad de género, me prometió regalarme las entradas y unas cervezas a cuenta de la producción). Fuimos al concierto que se realizaba en un local de Los Olivos, un local donde de lunes a domingo se realizan tonos tecnocumbieros, con la excepción de los sábados que son tomados por hordas de punkekitos misios. Cuando entramos, me saludó un viejo amigo al que apenas vi, traté de evitar pero fue imposible. Me dijo que le tocaba tocar a su banda (que en verdad no la conocía nadie) y me pregunto el nombre de "mi" chica, se lo dije y fue ahí cuando empezó mi desgracia.

Ni bien subió al escenario, dijo que la siguiente canción era dedicada de Joaquín para Mary, su novia. Mary, me miró coqueta y divertida, yo por dentro rezaba para que no vaya cantar alguna desgraciada letra, pero como siempre, todo salió en contra mía. La letra empezó, siguió y termino con una sola tonada: "Te voy a dar por el culo, te voy a dar por el culo y si viene tu vieja también le doy por el culo" y fue ahí que Mary pasó de la mirada coqueta a la mirada furibunda y mortal, me dijo que era un cerdo pervertido y yo negué todos los cargos.

La convencí que era un error, me creyó y salimos de ese lugar. Me propuso ir a uno que había conocido el día anterior. Era un bar muy cómodo. Pedimos unas cervezas y al rato, sin haber bebido mucho, nos estábamos besando, luego nos estábamos tocando y luego estábamos en un hotel, hotel donde ella pareció recordar todos sus preceptos cristianos y morales y me pidió que me detuviera, cosa a la que me negué mientras ella insistía que el sexo estaba reservado para el matrimonio y yo insistía que el matrimonio estaba reservado para los tontos. Al final y como siempre sucede, el sexo triunfo sobre las creencias absurdas y terminamos teniendo sexo del más destemplado, incluso mientras realizábamos cierta arriesgada maniobra sexual le pregunté si prefería ser mía o de Cristo y por primera vez en su vida rechazó a Cristo y me aceptó a mí (y una vez más triunfé sobre Cristo).

miércoles, 2 de septiembre de 2009

AYUDA DIVINA

Una amiga me ha pedido que la acompañe a casa de su padre. Como no se lleva bien con él, me lleva a mí en calidad de pretexto: esperando yo dentro del auto, ella le dirá que está apurada, que tiene que hacer algo con un amigo que está en su carro y así su padre no le hablará mucho y la dejará ir pronto. Es un poco más de las ocho de la noche, el tráfico es tremendo, decide tomar el Puente Quiñónez rumbo a San Borja pero justo cuando entra en él, el carro se detiene, se chanta, se planta como una tozuda bestia de carga que siente que es demasiado el peso que lleva y decide no dar un paso más. Ambos nos miramos fijamente como decidiendo qué debemos hacer mientras de los demás autos nos lanzan todo tipo de improperios por obstaculizar el tránsito.

Me pide que baje a empujar el auto, yo me niego diciendo que está plantado en plena subida y así será imposible moverlo, ella va alegar algo pero los destemplados insultos de los chóferes me convencen de hacerlo. Me coloco detrás y empujo con todas mis fuerzas y el caprichoso auto no parece darse por enterado de mis sufridos intentos. Tomo aire y vuelvo arremeter con fuerza pero lo único que logro es que las venas que circundan mi sien se inflamen y empiecen a vibrar bruscamente. En un último y resignado intento, cierro mis ojos y le pido a Dios que me ayude, que si lo hace, volveré a creer en él y rezaré todos los días mil avemarías y tres mil padrenuestros. Es ahí cuando siento que el auto se mueve y pienso que Dios existe y los milagros también, que al fin el Supremo Creador se apiadó de mí y me envió ayuda divina. Cuando abro los ojos veo la ayuda que me envió Dios: son dos tracas inmensos (el más alto debe medir al menos un metro noventa), fortachones y (des)vestidos por un casi invisible hilo dental. Son de esos que andan agazapados en la penumbra de la noche a la espera de algún cliente y que conmovidos por mis patéticos esfuerzos para empujar el auto decidieron dejar de lado por un momento sus trajinadas labores sexuales y ayudarme. Una vez que el carro encendió , les agradecí y ellos me dijeron "cuando quieras te damos otra empujadita". Corrí al auto y le dije a mi amiga que acelere y no se detenga por nada.

miércoles, 26 de agosto de 2009

LA BLOGGER

La Blogger me dejó su correo electrónico.

Agregué a La Blogger.

A los dos días entró en línea, chateamos una noche entera, lo mismo hicimos los dos días siguientes. Acordamos vernos el próximo viernes en un bar del centro. Es un lugar ameno, tocan mucho reggae y la gente es muy tranquila.

Llegué más temprano que La Blogger, me senté en un rincón. A pesar de la penumbra que adorna la discoteca, logré reconocerla ni bien entró, me acerqué, la saludé y nos sentamos a beber unas cervezas.

Todo el tiempo que hablamos no pude dejar de mirarla, era en verdad mucho más guapa que en sus fotos (en las que se le veía realmente guapa), también muy inteligente, se ha leído todos los libros del mundo y no pude evitar sentir cierta admiración (y cierta envidia por no haber leído tantos libros como ella).

Luego de unas cuantas cervezas (las suficientes como para que me vengan unas incontenibles ganas de orinar) entramos a la etapa en que nos jugamos de manos. Toqué su mano fingiendo cierto interés por un anillo en su dedo medio, ella tocó mí brazo simulando cierta curiosidad por una cicatriz que tengo ahí. Cuando era obvio que nos íbamos besar, no aguanté más las ganas de ir al baño, me disculpé, salí disparado al baño pero cuando llegué éste estaba ocupado y con una fila enorme de gente esperando. Desesperado le pregunté a una de las meseras si había otro baño, ella que me había observado en mis piruetas para enamorar a mi acompañante, me hizo un guiño y me dijo que en el segundo piso había un baño que nadie usaba, le agradecí, subí corriendo, oriné, me lavé y cuando intenté salir, simplemente la puerta no abría.

Desesperado la forcé, pateé, grité, llamé por el celular, pero fue inútil. Con la música a todo volumen nadie me iba escuchar. Me resigné a mi mala suerte. Luego de veinte minutos de agonizar en un olvidado baño, un mesero, tan urgido como yo por orinar, abrió la puerta, me miró sorprendido, yo fingí normalidad, salí y bajé corriendo las escaleras en busca de La Blogger, pero ella no estaba donde la había dejado. La busqué con la mirada y lo que vi me dio ganas de regresar al baño, meterme en él y pasar el agua para perderme en los inhóspitos desagues limeños: La Blogger estaba bailando con un chico, bailando y besándose, bailando y besándose al ritmo de un relajante reggae. Asumiendo mi (nueva) derrota, decidí no decirle nada, ni siquiera que me voy y que no he pagado la cuenta. Al fin, que la pague ella.

sábado, 22 de agosto de 2009

HAPPY FATHER’S DAY

El tipo nos había echado la noche anterior del cine. Nos humilló delante de nuestras chicas, a tres pasos del cine cruzamos miradas y sin decirnos nada, sellamos nuestra promesa de pronta venganza. Estábamos seguro que nos envidiaba, envidiaba nuestras vidas, nuestras chicas, al fin nosotros no teníamos que trabajar, levantarnos temprano o cualquier otra obligación. Nuestra vida consistía en drogarnos, tener sexo, jugar fútbol, emborracharnos y dormir hasta el mediodía. Nuestra vida era el paraíso, en cambio la de él.

-¿Estás seguro de hacerlo?
-Claro, tenemos que cargarnos a la mierda esa.
-Tienes razón, de paso le hacemos un favor al mundo, lo libramos de un perdedor.
-Lógico, ¿Puede haber algo más perdedor que un guardián de cine? su trabajo consiste en revisar si la gente está metiendo papitas o alguna bebida al cine, que humillante, creo que también le haremos el favor a él, lo libraremos de su horrible existencia.
-Si, hay que matarlo, al final nadie extraña a gente como esa, nadie echa de menos a los perdedores, ni en su trabajo se darán cuenta de su ausencia.
-Seguro, ni amigos debe tener, de niño tenía amigos imaginarios y éstos seguro ni le hablaban.
-Perdedor por dónde se le mire.


Llegamos unos diez minutos antes que termine la última función, nos agazapamos en una banca que está debajo de un árbol. Encendimos un porro y nos dedicamos a observar a toda la fauna que invade la ciudad apenas sus mediocres habitantes se van a dormir: putas, pirañas, rateros, vagos, traficantes, policías, ratas, perros, gatos. Cuando lo vimos aparecer, saqué la pistola y la revisé por última vez, estaba demasiado fría, helada, brillante, reluciente, lustrosa, lista para hacer justicia. Cuando el tipo estaba a unos pasos de nosotros, nos incorporamos y le apunté directo a la cara, el tipo palideció, nos reconoció y se quiso disculpar, darnos una explicación. Nos dijo que era padre de familia, que dos niños lo esperaban para celebrar mañana el día del padre o al menos eso creo que nos quiso decir porque no lo dejé terminar de hablar y le descerrajé un tiro en plena cara y cayó al piso como lo que era, una bolsa de basura. ¿Nunca han pasado por un edificio y alguien ha arrojado una bolsa de basura? ese mismo sonido que hace ésta al caer, fue el sonido del tipo al darse contra el piso, un sonido muerto, un sonido que a nadie le importa.

Nos acercamos a mirarlo, el tiro le había entrado justo por el ojo izquierdo, le salía humo de las orejas, lo movimos con el pie para ver si aún vivía, pero estaba muerto, bien muerto, tan muerto como siempre. Me agaché y le dije "Feliz día del padre, malnacido, perdedor", soplé el cañón de la pistola, la giré en el aire (como tantas veces lo había visto hacer en el cine) y la enfundé de nuevo. Unas ratas se acercaron a olisquearlo. Encendimos otro porro y nos despedimos unas calles más allá, al día siguiente era Día del padre y teníamos que ir a descansar temprano.

jueves, 13 de agosto de 2009

TIERNA Y DULCE HISTORIA DE AMOR

Iba yo caminando de lo más concentrado pensando en los beneficios de la cirugía láser para reparar los defectos congénitos en las hormigas cuando de pronto cierto alboroto me sacó de mis profundas cavilaciones. Era una escena de un potencial crimen pasional, material perfecto para las páginas rojas de los amarillos diarios. Un asaltante de poca monta, conocido como "Trampa" (alías por el cual se puede deducir que la honestidad no es justamente una de las virtudes a mencionar en su velorio) amenazaba -pistola en mano- a un delincuente de menor monta que él, apodado "Tronco" (alías que según cuentan las leyendas urbanas, hace referencia al premio con el que la naturaleza condecoró sus viriles partes) por haberle robado -un ladrón acusando a otro ladrón de un robo- a su mujer, conocida en las esquinas barriales como la "Siete leches" (sobrenombre que nos hace inferir que la fidelidad no es justamente algo que practique asiduamente).

"Trampa" amenazaba a "Tronco" que arrodillado suplicaba por su vida, alrededor la gente se había detenido a observar el futuro asesinato como quien se detiene a observar a un par de payasos callejeros desarrollar su arte urbano (como era la una y treinta de la tarde, hora de salida del colegio, muchas madres con sus hijos en manos figuraban entre el informal público). Cada vez que parecía que "Trampa" iba disparar su arma, todos se tapaban los oídos (pero nadie se tapaba los ojos) y Tronco daba unos grititos bien cabrones. En ese inútil juego estuvieron cerca de cinco minutos hasta que el público se empezó a impacientar por la falta de acciones concretas y el exceso de falsas amenazas. Primero empezaron unos tibios murmullos, luego algunas rechiflas, hasta llegar al reclamo airado de una tía conocida como "La sacatacos" (dejo a su febril imaginación la explicación de tamaño apodo), que llena de impaciencia los gritó: "ya pues carajo, ¿lo vas a matar o no? se me pasa la hora y tengo que ir a cocinar y ver la novela, ¿qué crees, que estamos acá para perder el tiempo?", reclamos parecidos se sumaron en coro. De pronto Trampa se sintió ofendido en su ego de matoncito barrial y decidió liquidar el asunto y de paso liquidar a su rival de amores. Justo cuando lo iba hacer, apareció la manzana de la discordia, La "Siete leches" y dándole voces a los dos, les dijo que se dejen de cojudeces, que ella no era propiedad de nadie, que si quería se acostaba con ellos a la vez, luego le quitó el arma a "Trampa", le ordenó a "Tronco" que se ponga de pie, los obligó a darse la mano y disculparse entre ambos, luego los tres juntos cruzaron hacia la cantina y pidieron unas cervezas. El público se retiró decepcionado. Yo tuve que seguir mi camino. Para otra vez será lo de la sangre.

jueves, 6 de agosto de 2009

DEVUELVEME A MI NIÑO

Sentado y acurrucado en la combi, voy pensando que ojalá el salvaje chofer no se estrelle y nos mate (en verdad me preocupo porque no me mate a mí, que muera el resto no es algo que me quite el sueño), ya que está enfrascado en una violenta carrera con otra combi de la misma ruta y por lo tanto maneja a toda velocidad sin respetar semáforos o peatones, apenas se detiene para subir pasajeros a bordo y cuando alguien va bajar no se detiene, obligando así a todos a bajarse a la volada, dando un salto digno del más prestigioso circo ruso. Claro que hace todo esto en complicidad de su fiel (y asqueroso) ayudante, o sea el vil cobrador, que le va avisando los movimientos de la competencia.

En esas estamos, cuando de pronto una señora (que va en el primer asiento con su hijo y al lado de otro señora -que también va con su hijo- ambas profundamente dormidas) despierta y avisa que va bajar en el próximo paradero, el chofer lanza una maldición porque sabe que detenerse sólo le va restar tiempo que el necesita para no dejarse ganar, así que apenas si se detiene, la mujer se baja, tratando –a duras penas- de mantenerse en pie, mientras el cobrador, más por apurar el paso que por ayudar a la mujer, toma al niño y lo baja, su madre, que ya empezó a avanzar, insulta al cobrador y toma al niño de la mano. El chofer la insulta peor y vuelve acelerar de manera brutal pero en ese momento se escuchan unos gritos e insultos más brutales aún, es la otra señora que acaba de despertar y está reclamando algo que nos deja a todos patitiesos: en el apuro por bajar a la primera señora, el cobrador tomó y bajó al niño equivocado, cosa que ninguna se dio cuenta, una por dormir y la otra por dedicarse a insultar al cobrador en vez de fijarse qué niño era el que tenía en la mano.

Ahora la queja es generalizada pero no por la actitud del cobrador sino por decidir lo qué se debe hacer, unos dicen que debe dar la vuelta inmediatamente y regresar donde bajó la señora para hacer el respectivo intercambio de niños y otros dicen que debemos seguir la ruta, al final los dos niños se parecen y con un poco de suerte con los años se reencontraran con su madre en algunos de esos programas de televisión que buscan gente. Es tanta la presión que el chofer decide regresar y le pide a los que no están de acuerdo que se bajen y tomen otro carro. Sin más remedio, decido bajarme y tomar otro carro.

jueves, 30 de julio de 2009

REGALO DEL SEÑOR (TE ALABAMOS SEÑOR)

Tengo una vecina evangélica, pero de las radicales, de aquellas que no aceptan discrepancias o el más mínimo "pero" en contra de su creencia. Por alguna inexplicable razón, ha consagrado buena parte de su tiempo a tratar de llevarme al rebaño de su Pastor y yo me he resistido de todas las formas habidas y por haber. Pero hoy, seducido por sus encantos (¿Quién dijo que las cristianas no eran sexys? ella lo es y mucho) decidí aceptar su invitación y confirmarle mi presencia para la noche siguiente en su casa, donde se juntaría un grupo de cristianos en una de sus habituales reuniones.

Tal cual acordamos, llego puntual a su casa y a pesar de mi sorprendente y novedosa puntualidad, ya el lugar está lleno de cristianos, todos usando saco y corbata, y yo sintiéndome un intruso total al haber asistido en short y sandalias (qué importa pienso, Dios no se fija en lo que traes puesto, pero luego creo que Dios es muy materialista y seguro reprobará lo que traigo encima). Tomamos asiento en las sillas que estratégicamente ha acomodado en el medio de la sala y ella se coloca delante de todos y luego de alguna extraña oración que yo no entiendo, nos dice que hoy recibirán a dos nuevos hermanos, que cada uno deberá contar qué es lo que los llevó de regreso al camino de Cristo. Anuncia a una chica que aún no llega y para mi sorpresa me anuncia a mí y yo maldigo y le pido a Dios que como prueba de su existencia, mande un rayo fulminante y achicharre a mi odiosa vecina (pero Dios una vez más demuestra que esta ocupado y no me hace caso).

Cuando ya me está anunciando para que hable delante de todos (y yo estoy alistándome para salir a la carrera de ese lugar), aparece la chica que está regresando al camino del Señor y no es una chica cualquiera: es una muy sexy, guapa y vestida con un diminuto traje que haría avergonzar a la más avezada habitante del más sórdido lupanar limeño. Y los ojos que la miran ahora no son tan cristianos que digamos, para ser sinceros, esas miradas son muy lujuriosas y muy mal disimuladas. La anfitriona tiene que simular una garraspera con su consecuente tocecita educada para que todos vuelvan al redil del Señor y aparten de su mente esos lúbricos pensamientos.

Luego de ese momento de debilidad carnal, ella la anuncia (nos dice que se llama "Bárbara") y le dice que por favor nos explique los motivos de su regreso al Señor Todopoderodo. Nuestra visitante empieza a hablar un tanto vacilante y no se le entiende bien pero al ver los rostros de interés con que la siguen, parece tomar mayor aplomo y ahora habla fuerte, claro y se le entiende todo (y se le ve todo) ".... he llevado por mucho tiempo una vida descarriada y promiscua, empecé desde muy joven, me dediqué a las drogas y el alcohol y cuando eso dejó de satisfacerme, me refugié en el sexo, empecé a tener sexo con todos, desde un amigo mío hasta un tío, incluso me acosté con algunas chicas que conocía en las fiestas....." de pronto el relato no parece la confesión de una chica arrepentida si no más bien el relato de una experiencia triple x de alguna descarriada mujer. Todos estamos de lo más concentrados en sus palabras (y todos tratamos de recrear sus palabras en nuestras mentes).

Al parecer la anfitriona ha notado esto y trata de cortar su relato, pero la silbatina generalizada y las amenazas de no diezmar, se lo impide. Se resigna a escucharla y nosotros seguimos disfrutando de esa biografía llena de sexo, lujuria y juergas. Cuando termina es obvio que ha todos nos ha quedado corta la historia y preguntamos si es el final, nos dice que si y de pronto un hermano se ofrece a regresarla al camino del Señor pero otro se pone de pie y le ofrece lo mismo. Otro cae de rodillas dando gracias a Dios por devolverle a la hermana perdida y pide que oremos por su salvación. Y yo los miro a todos y pienso que son una sarta de idiotas que quieren trasformar a la chica, y me pregunto para qué quieren eso, si así está muy bien ¡y que viva el pecado y al lujuria! y le quiero decir que si se quiere refugiar en el sexo nuevamente pues que me avise, que yo estoy dispuesto a darle asilo sexual. De pronto un empujón me saca de mis pensamientos, cuando veo qué es lo que sucede, no me causa la menor extrañeza: los hermanos se han enfrascado en una diabólica pelea por decidir quién será el encargado de encaminar hacia la fe a esa rica señorita que los mira divertida y se siente más rica de saber que todos esos discípulos de Cristo se están desollando por ella. Aprovecho la batahola para acercarme a ella y pedirle su número pero mi vecina se interpone y le dice que no me dé nada, ella duda y yo le digo que no le haga caso. Mi vecina insiste y le dice que soy un seguidor de Satanás, que me ignore, que ella es el camino a la salvación. La chica nos mira como quien elige entre el bien y el mal y como el mal siempre gana, me toma por el brazo y me pide irnos de ese lugar.

Mientras converso con ella voy pensando que después de todo, esas reuniones cristianas no son tan malas como creía, que más bien sirven de mucho, como por ejemplo para conocer a chicas malas (de verdad).

jueves, 23 de julio de 2009

DIME QUE ME AMAS

La situación del trabajo cada día está peor, la escuela de mi hijo está por comenzar y los gastos me tienen al borde del suicidio o la prostitución callejera. En todo eso voy pensando mientras voy a la oficina parado y aplastado en un horrible micro de interminable recorrido. De pronto mi celular empieza sonar y vibrar a la vez y con él vibran todos los que están pegados a mí, no quiero contestar pero ante la queja generalizada, decido meter mi mano y pujar entre todas esas carnes que me asfixian y contestar.

-Aló.
-Hola mi amor.

Mierda, es mi novia, maldito momento en que me llama.

-¿Qué tal cariño?
-Feliz, hoy tengo almuerzo de reencuentro con mis ex compañeras del cole.
-Me alegro por ti, que te vaya bien.
-¿Me estás cortando?
-No, para nada.
-¿Y por qué me hablas así todo jadeante?, ¿dónde estás?, no estarás con otra ¿no?
-No, estoy con otras.
-¿Qué?
-Qué estoy en el micro con un montón de gente.
-Mentiroso, seguro estás con otra o con la polilla de tu ex esposa.
-Carajo ¿qué estás fumado en el desayuno?
-No me cambies de tema.
-No me acoses.
-¿Seguro que no estás con nadie?
-Si, seguro.
-A ver, dame un besote fuerte y dime que me amas.
-No seas ocurrente, no te acabo de decir que estoy en un micro lleno de gente.
-Seguro estás con otra y por eso no lo haces, o lo haces o te voy a buscar dónde sea que estés.


Resignado a la decadencia de mi vida y poniéndome rojo (rojo muy rojo) por adelantado, decido besar el celular (fuerte muy fuerte) y decirle que la amo, obviamente las risas y burlas de los demás no tardan mucho en llegar. Cuelgo el teléfono y decido que lo primero al salir del trabajo es ahorcar a mi novia, dicen que eso es bueno para el estrés.